Un poco de Carlos Alcaraz es más que suficiente para despachar cómodamente a Thiago Seyboth Wild; ladrador el brasileño, pero poco mordedor. En esa derecha hay potencia, no cabe duda, pero también abundantes taras. Sale fuerte el chico, aparentemente despreocupado, y se la juega en cada pelotazo pero a Carlos Alcaraz, que algo sabe de pegada, no le impresiona lo más mínimo. En el tenis, incluso en este formato moderno en el que todo transcurre a toda pastilla, si a la velocidad no le acompaña algo de mano, un mínimo de estructura, hay poco que hacer. Bien lo sabe el murciano, que recibe un regalo anticipado de cumpleaños justo una semana antes de que festeje los 21: el tiro de Seyboth Wild —24 años y 63º del mundo— tiene algo de salvaje, pero muy poco de efectivo, así que se resuelve la tarde sin mayor sobresalto: doble 6-3, en 1h 15m.
“SIGO SIN FIARME DEL ANTEBRAZO”
Contaba Alcaraz tras el encuentro que el dolor que tenía a principios de mes en el antebrazo ha desaparecido, pero que al mismo tiempo la inseguridad sigue ahí. “No voy a decir dudas, pero sí está todavía en mi mente ese tema. Me encanta competir, en pista intento hacerlo lo mejor posible. Pero cada vez que pego una derecha más agresiva de lo que vengo haciéndolo, viene el pensamiento de cómo va a reaccionar el antebrazo”, señaló.
En cualquier caso, el murciano se marchó satisfecho y encadenó su 23ª victoria sobre arcilla española, terreno en el que no cede desde 2021. Entonces le superó Nadal. “Tanto Rafa como yo, no sabíamos si íbamos a poder jugar aquí, así que estoy muy contento por poder competir y por ver a Rafa competir como lo está haciendo. No solemos jugar en España, y para la gente de aquí es bonito que podamos venir a Madrid”, apuntó.
La jornada deparó la eliminación del malagueño Alejandro Davidovich (7-6(10) y 6-4 ante Andrey Rublev) y también cayó el danés Holger Rune, que sigue sin enderezarse y perdió contra Tallon Griekspoor (6-4, 4-6 y 6-3).