Quien haya pasado por la Argentina tan solo algunos días, o tenga algún tipo de relación de confianza con alguien que vive allí, puede, sin temor a equivocarse, afirmar que la Argentina es un país intenso. Esa intensidad histórica ha tenido en los tiempos de las redes sociales y pospandemia, una aceleración que convive con una nueva crisis económica que, arrastrada por años sin solución, promete sea cual sea su desenlace, agregar una capa más de excluidos a un país que de a poco va perdiendo su clase media, aunque no sus aspiraciones.